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diegofer70

Un golpe a los sueños.


A dónde van tus sueños…canta Coti Sorokin en una de sus tantas canciones conocida por todos, a dónde van los sueños de todos los que luchan día a día por alcanzarlos y por hechos diferentes quedan truncos e inalcanzables. Existirá un lugar donde se hagan realidad en otro plano de nuestra existencia, misterios que nunca, tal vez, podamos saber.

Federico Potarski era un soñador, un tipo como vos y como yo que tenía desde muy chico sueños de fútbol. Como pasa en el caso de muchos chicos él se encontraba en la base de la pirámide del fútbol como deporte, ahí donde se encuentran miles y miles de futbolistas semi profesionales y profesionales también que día a día luchan a destajo por subir un peldaño más en el camino a la gloria. Los elegidos que llegaron a la punta de la pirámide son personas como los que se encuentran en la base y que para llegar ahí arriba además de su talento y esfuerzo también tuvieron esa cuota de fortuna que todos necesitamos en este mundo. Estar en el lugar indicado en el momento justo diría un gran amigo mío. Federico con 29 años ya había subido un peldaño, había dejado el amateurismo de la primera D y se encontraba jugando en Berazategui en la Primera C teniendo también un paso por el fútbol de Honduras, seguramente para él una satisfacción muy grande en el camino a instalarse definitivamente en el profesionalismo. Para que los sueños se cumplan no hay edad y en este fútbol de hoy en día, cambiante y vertiginoso, lo que a veces parece imposible en cuestión de segundos se puede convertir en realidad mientras uno siga corriendo detrás de la pelota. La unica lucha que se pierde es la que se abandona y Potarski si había algo que no conocía era abandonar.

Si bien no tenía el placer de conocerlo, si puedo ver reflejado en él a muchos compañeros y jugadores que he dirigido a lo largo de mi trayectoria que jugaban al fútbol profesional y además debían trabajar de otra cosa para que la plata les alcanzara. Es por eso que en los vestuarios había remiseros, vendedores de chip telefónicos, de seguros, de ropa y de un montón de rubros más. El ascenso es duro y la gente no lo sabe. La masa esta encandilada por las grandes ligas, por lo que el sistema le muestra, un futbolista que vive bien, que no tiene necesidades, al que todos alrededor lo están asistiendo etc. Podríamos decir que esa es la propaganda del infierno, porque si nos tomamos el trabajo de visualizar una pirámide y reflexionamos sobre ello tomando perspectiva de la realidad, de lo grande que es la base y de lo pequeña que es la punta nos daremos cuenta que los elegidos son pocos. A Federico no le truncaron los sueños ni un Director técnico, ni un dirigente, ni un representante, ni una lesión grave, ni siquiera una circunstancia familiar. A este muchacho soñador que andaba trabajando en su auto para la empresa Uber recorriendo las calles esperando que le sonara el celular para buscar un pasajero que le permitiera engrosar la billetera para poder alimentar a su familia y conseguir la tranquilidad, después de hacer la diaria, para ir a entrenar al otro día con todas las pilas puestas. Que tal vez iba escuchando en la radio algún partido de la copa profesional donde por arte de magia lo nombraban a él defendiendo los colores de algún grande llevando la pelota con la cabeza levantada y el pecho inflado, retumbando en el estadio el ¡Dale Fede! ¡Dale Potarski! De pronto, no lo despertaron del momento de irrealidad que su mente le brindaba una bocina de otro auto, el sonido del celular o una luz alta de frente, sino que los ángeles del mal sin mediar palabra, simplemente, lo mataron de un balazo, un disparo al esfuerzo, un proyectil a la felicidad, un ataúd para los sueños.

Mientras hoy todos los diarios, canales televisivos y redes sociales se llenan de fotos de Federico y testimonios hablando de él, hay un sistema en donde las cosas fallan, donde se ven pasar millones y millones para unos pocos y migajas para otros, donde el jugador (elemento más importante del fútbol) es un engranaje más de una maquinaria cruel y despiadada que no tiene la más mínima humanidad, totalmente reemplazada por la productividad, algo nada nuevo en la historia del ser humano desde la revolución industrial, los hombres ya no son hombres sino tornillos, tuercas, correas y eslabones que hacen mover a la máquina, y como todos sabemos las maquinas no tienen corazón. La noticia mañana será historia, el avestruz seguirá escondiendo la cabeza bajo la tierra, el búho girara la cabeza para el otro lado, y los perros se harán los distraídos. La pelota seguirá girando y los jugadores seguirán luchando, si leyeron bien, luchando porque esta forma de fútbol no representa el disfrute de jugar, sino la lucha por tratar de estar. La pregunta recurrente es si en algún momento alguien le pondrá el palo a la rueda para que deje de girar o si por el contrario esto no tiene ya solución.

Mientras reflexiono y me angustio, no dejo de pensar en todos los Federicos que a diario ponen su vida en riesgo por un sueño, en todos aquellos que sueñan con los ojos abiertos en ser futbolistas profesionales de élite, doctores, arquitectos, abogados, contadores, periodistas etc. Y que salen a juntar un mango para que su sueño se haga realidad. Y al único lugar que llego es al lugar común no sin sentirme un poco mal. Cuiden a los buenos, porque los malos andan armados y se cuidan solos.


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