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diegofer70

Panzeri ilustrado: El futuro llegó hace rato.


Si uno pudiera mezclar la ciencia ficción con la realidad o a través de esta realidad dudar de que la ciencia ficción desde sus series y películas nos muestra algo que es realmente cierto (tema de varias sobremesas, café de por medio, con mi amigo y en ese momento compañero de trabajo el profesor Claudio Bóveda) podríamos decir que el periodista Dante Panzeri viajo al futuro entre los años 2015 al 2022 regreso a su época 1967 y escribió su obra cumbre “Fútbol, dinámica de lo impensado” para que hoy todos los que tenemos la posibilidad de tenerlo en nuestra biblioteca, yo tengo un ejemplar primera edición terminada de imprimir un 26 de septiembre del 67 en los talleres gráficos Didot S.C.A Luca 2223 Buenos Aires (así aparece escrito apenas legible en la última página), podamos de vez en cuando agarrarlo, abrirlo en cualquier página y dudemos si es un libro que hoy tiene casi 60 años de vida o si fue escrito la semana pasada. Panzeri podría ser uno de los viajeros de la serie Dark, haciéndole un guiño a las series de ciencia ficción, donde la teoría de Einstein del espacio y el tiempo es referenciada asociándola al pensamiento Nietzscheano y su manifiesto del eterno retorno, determinando la vida como un tránsito circular donde el fin es el principio y el principio es el fin, donde todo está unido por una hilo rojo infinito.

Física cuántica y filosofía aparte el libro que escribió Panzeri, de lectura ineludible para cualquier persona que le interese el fútbol, nos deja la sensación de que todo ya estaba escrito o por lo menos que había alguien que ya sabía hacia donde iba la situación o como 50 años en el futuro se hablaría de los mismos temas que eran de discusión ya en aquella época. Dante Panzeri realiza un periodismo filosófico y visionario que inicia diciendo “Este libro no sirve para nada. Con esas palabras cierra su libro el autor de un tratado sobre conducción de automóviles a través de las calles de más denso tránsito de las más pobladas ciudades del mundo. Yo escribo este libro –permítanme los editores la confesión- con una sospecha muy semejante. Para jugar al fútbol no sirve. Para dirigir técnicamente a un equipo de fútbol, tampoco sirve. Para ver mejor un partido de fútbol…relativamente. Acaso sirva para no ver el fútbol como se lo está mirando.” De esta manera desde la primer pagina el autor muestra desde su óptica que una cosa es ver y otra muy distinta mirar más allá de asegurar que su libro al igual que el del tratado de conducción de automóviles no sirve para nada y lejos de desmotivar al que se está acomodando recién en su sofá para leer un libro, termina intrigándolo más.

“Y de la inutilidad de aquel libro sobre conducción de automóviles, como la dudosa utilidad de este libro de introducción al fútbol, no tenemos creo la culpa quienes asumimos la autoría: La dificultad mayor para enseñar a conducir un automóvil en una ciudad, como para ver mejor un partido de fútbol…la crea la permanente incógnita. La inconmensurable capacidad humana para crear y para resolver el imprevisto, para producir lo espontaneo que frecuentemente destruye al método que el mismo hombre alternativamente, tanto crea como destruye”. Warren S. McCulloch del laboratorio electrónico del instituto de tecnología de Massachusetts, decía en abril de 1966 que una computadora no puede cambiar de opinión, como el hombre, 14 veces en tres decimas de segundo”. Y añadió que el hombre puede hacerlo porque posee un trillón de neuronas computadoras con un total de dos millones de componentes biológicos separados. Seguramente que Warren no pensó estar hablando de fútbol cuando formuló esa declaración. Pero el hombre localizado en aquella conclusión científica, es el mismo que juega al fútbol y produce impensadamente todo lo que un partido de fútbol registrará entre 22 hombres, una pelota y además una infinidad de circunstancias que escapan a la voluntad de aquellos hombres. Es, ese hombre común, pese a ser siempre el mismo jugador, el mismo dotado, superdotado o poco dotado, el que hará siempre diferentes dos partidos donde jueguen los mismos hombres y aparentemente las mismas circunstancias visibles. Pero nunca “las mismas” que escapan a la voluntad de aquellos hombres. Por eso Panzeri dice que es ese hombre común el culpable de la casi inutilidad de este libro y todos sus semejantes. Es ese hombre común, no solo desigual a todos los hombres sino constantemente desigual para consigo mismo, el que hará desiguales dos partidos de fútbol “iguales” pensados de una misma manera y vuelve el autor sobre la analogía de la conducción de automóviles argumentando que dos viajes en auto en una gran urbe a cargo del mismo conductor nunca serán iguales.

Ya que tanto en un partido de fútbol como en un viaje en auto tienen que superar factores de oposición, tan cambiantes y tan imprevistos como las propias fluctuaciones en las ideas de “nuestro individuo” o de “nuestro equipo”. Lo mejor que he leído hasta ahora en libros de fútbol, prosigue el autor, han sido libros de sociología y filosofía. Porque claro está que los libros “llamados de fútbol” en su gran mayoría tratan de ser disimuladamente unos y descaradamente otros algo así como manuales de instrucciones para nunca perder un partido de fútbol, y obviamente los cierro a la tercer página y a veces ni eso, ya que ni siquiera me tomo el trabajo de abrirlos. Es que no puedo escuchar a los Directores Técnicos que dicen enseñar “fútbol de ahora” habiendo jugado el fútbol que ahora no sirve y ya no se puede jugar”. Creo que el fútbol es todo “jugadores” y no puedo con los manuales para no perder.

“El fútbol es una ciencia oculta del imprevisto” decía Panzeri en su libro en 1967 y eso no ha cambiado, pero lo argumentaba de esta manera en su época “¿Presuntuosa definición? ¿Irrespetuosa calificación para las ciencias todavía ocultas del ser humano? Daré motivos para engrosar la acusación y agrego: El fútbol es el más hermoso juego que haya concebido el hombre, y como concepción de juego es la más perfecta introducción al hombre en la lección humana de la vida cooperativista. No es culpa del juego que un partido de fútbol termine en violencia como tampoco buscar confabulaciones haciéndonos victimas ante la derrota, todo esto hace a la prostituida mentalidad comercial que al giro del juego-negocio, ha cobrado formas de negocio-negocio con total desprecio del juego como negocio.” El autor ya avizoraba desde ese entonces que algo podía llegar a suceder en forma de flagelo y que no tiene nada que ver con lo que sucedía dentro del campo de juego, él no se quedaba con el análisis filosófico de lo que pasaba dentro de la cancha sino que también notaba con mucha anticipación que el monstruo se iba gestando para jugarle en contra al juego en su estado más puro. Volviendo al juego, su acérrima defensa a lo imprevisible del mismo y la suspicacia que le generaba la tecnificación moderna que se le quería dar, eran en él un tema recurrente y lo dejaba bien claro en muchos pasajes del libro. “Osar visos inciertos de ganancia, inseguridad del resultado y tensión, constituyen la acción lúdica.” De esta forma se expresa el componente lúdico de todo juego, ese que muchos intentan desde la patología del control por parte del ser humano minimizar, obviamente sin éxito, “La seriedad con que se verifica una competición en modo alguno significa la negación de su carácter lúdico” Acá el autor afirma que no está en contra totalmente de que seriamente se analice de todas formas el juego y sus posibles variables imprevistas pero sin dejar de lado también en el análisis las reglas del azar que como el bien dice forman parte de una ciencia oculta que no tiene por lo menos ni en esa época ni ahora respuesta. “El intento de examinar el contenido lúdico de nuestra confusa actualidad nos lleva siempre a conclusiones contradictorias”.

“En el deporte nos encontramos con una actividad que es reconocidamente juego y que sin embargo ha sido llevada a un grado tan alto de organización técnica. De equipamiento material y de perfeccionamiento científico, que en su práctica publica colectiva amenaza con perder su auténtico tono lúdico. Frente a esta propensión del juego a derivar en lo serio tenemos manifestaciones que parecen demostrar lo contrario. ¡Hay un show internacional que produce mucha risa! ¡El show de la seriedad!” Inmerso en un ensayo puramente filosófico Panzeri nos habla de lo único en lo que la tecnología no puede ni podrá nunca intervenir trayendo en las páginas del libro el relato de un prestigioso científico que comprobaba, no sin cierta decepción, que lo único que escapa hoy totalmente al dominio del hombre, lo único que constituye una fisura virgen en el universo inteligible, es lo que depende de la afectividad. La afectividad: falla estridente en el orden impecable del cosmos. El fútbol como ADN cultural que nos interpela al igual que las artes y las letras tiene su espacio en la mirada del periodista “Las artes y las letras enseñan al hombre a cobrar y a conservar conciencia de sí mismo, que es como decir lo preparan a su más alta dignidad y a su libertad más profunda y preciosa. Le incitan a preguntarse incesantemente por qué actúa y como debe hacerlo: En otras palabras, le incitan a pensar su vida mientras la vive.” Esta afirmación de la importancia de las artes y las letras emparentándolas con el fútbol y la importancia emocional en el colectivo de las masas no hace más que poner en debate la cada vez más acentuada intromisión de la ciencia y la tecnología en el fútbol pero también de como en su momento “la revolución industrial” incidió en las letras y las artes. “Si bien no podemos hablar de que la ciencia y la tecnología son inhumanas ya que nada que es obra del hombre puede definirse como inhumano. Eso no quita que nada es tan humano como el hombre mismo y que en la medida que nuestra sociedad no diera un lugar suficiente a las ciencias del hombre y especialmente a las letras y a las artes perdería en riqueza humana y haría correr graves riesgos a nuestra libertad interior y exterior”. De este modo aunque asociar el fútbol a las disciplinas humanas de las letras y las artes pueda parecer pretencioso operando siempre sobre el supuesto de que fútbol y deporte son integrantes del hombre lúdico que juega cuando cultiva su intelecto en aquello que lo divierte, la asociación de futbol y humanismo intelectual no resulta tan disparatada. “Con todo respeto por la prioridad de las letras y las artes respecto de los deportes en el ejercicio de las ciencias del intelecto humano, me atrevo si, a señalar un total paralelismo de vínculos entre el proceso decadente de las letras y la artes y el del fútbol coincidente con el progreso de la denominada “Revolución industrial” que estimula la producción por encima de la creación, exalta la metodización por encima de la espontaneidad y con el argumento de que toda obra del hombre es humanidad ha consumado en el individuo llamado actual una productiva deshumanización de la que hasta ahora solamente se salva el hombre en edad de niño, dicho esto con relación a su libertad lúdica su todavía solida permanencia en el juego, aunque con las reservas y limitaciones propias de la realidad de que cada día el hombre reduce más su etapa de niño, como que hay niños que ya empuñan armas y no precisamente para jugar”

Los efectos de la “Revolución industrial” en el fútbol se representan por:

-El dinero en juego.

-La deshumanización-desafectividad del jugador con el juego y la divisa.

-La sustitución de lo improvisado, que suele ser confundida como genialidad, por la obediencia sistematizada y tediosa de lo previsto con sentido de “productividad” que no arroja una mejor producción de espectáculo, ni efectividad futbolística.

-La prevalencia de un jugador angustiado y la progresiva desaparición del jugador altruista-despreocupado.

-El reemplazo del ídolo nacido por el ídolo inventado por el enorme aparato promocional-publicitario, participe de la industrialización del espectáculo.

-La avasallante mistificación que intenta situar a la ciencia y la tecnología como factor rector de una actividad forzosamente regida por la espontaneidad, siendo que se trata de una contienda de oposición directa, donde el previsionismo es tan relativo como lo espontaneo en la ciencia de las cosas mecanizadas.

-Superando las mismas proporciones de la “Revolución industrial” con sus deshumanizaciones científicas, la deshumanización del fútbol mecanizado no respeta siquiera la edad infantil, donde ya el jugador es objeto de intentos de conversión en autómata de lo preconcebido, con obligada extirpación de su sentido lúdico del juego y su placer natural por lo divertido. Aun en esa edad, el futbolista de nuestro tiempo ya es un angustiado, ya no se divierte. Ya es serio ya no ríe como niño, ya está preocupado como hombre.

Esta mirada del autor hace ya casi 60 años refleja diferentes situaciones con las que nos encontramos hoy en día. Otra realidad está emparentada con la posibilidad de todos, aun hasta aquellos que nuca patearon una pelota, de manejar un dialecto “aggiornado” a las nuevas tendencias que lo posicionaran como un gran sabio para no quedar afuera de un sistema moderno pero que lejos de eso, es solo “tiempista” porque en un abrir y cerrar de ojos lo que hoy parece moderno mañana ya será antiguo y en definitiva la esencia del juego permanecerá intacta más allá de los distintos bautismos gramaticales que le queramos dar a diferentes comportamientos que acontecen mientras la pelota rueda y 22 jugadores tratan de prevalecer teniendo la posesión de ella en el campo de juego frente a su rival. “La relación de la decadencia publica de escritores y artistas con la gran divulgación de las proezas en el mundo espacial y atómico es perfectamente homónima con la enorme cantidad de interesados por el fútbol que ignoran como se patea una pelota, pero dominan con maestría los nuevos vocabularios para informar los movimientos atribuidos a las planificaciones estratégicas de los entrenadores que dicen gobernar ese mundo de imprevisibilidad y espontaneidad que existe en un partido de fútbol, hoy todas hablan de relevos e ignora que la velocidad es fruto de la relativa lentitud previa o que partiendo velozmente las jugadas finalizan lentamente. Y a la manera que la literatura se pone a la zaga de la técnica para conservar su puesto y acepta las obras de ciencia ficción, los jugadores que saben de la dudosa efectividad de la mecanización de jugadas se someten a ellas para durar, para salvarse de la defenestración que rápidamente les acarrearía su no asimilación al oleaje industrializante de sus habilidades convertidas en patrimonio de estrategas que ya anuncian el uso de intercomunicadores a transistores para la conversión de aquellos en dóciles robots”

Adelantándose a esta locura generalizada con la que vivimos un partido de fútbol absorbido totalmente por el ganadorismo y exitismo en donde el que gana es un exitoso y el que pierde un fracasado Panzeri trae a su ensayo la palabra angustia con la que en algún momento de nuestras carreras tanto de futbolistas como de entrenadores sufrimos. De ahí la importancia de los psicólogos deportivos en la actualidad de todos los clubes tanto en el futbol profesional como en el amateur. “Pasando por las etapas de desnaturalización del hecho lúdico del juego, hemos llegado a la actual realidad de que el tal juego constituya hoy una angustia preocupación que impide jugar. Una angustia para el jugador que en cada partido considera que se juega una parte del futuro de su vida la de su familia, la de sus negocios al margen del fútbol, sabiendo como sabe de lo que es capaz un arrebato de histeria de aquel medio directivo que, con la misma rapidez que hace del jugador su estandarte hace del mismo jugador su traidor, no solo los jugadores pasan por esto sino que todos los que componen el mundo fútbol son prisioneros de la desbordante seriedad del fútbol convertido en demasiado importante, en demasiado serio como angustia humana y de hecho, minimizado como juego o expresión de “jugar”, actitud que mal haríamos en considerar reservada o limitada a la edad infantil. Por otro lado en este fútbol de negocios millonarios no es problema que algunos ganen demasiado es problema que haya demasiados que se están angustiando demasiado con lo demasiado que pueden perder de ganar en demasía. Se pagan exageraciones que convierten al jugador de fútbol en angustiado comerciante de sus pies y el futbolista es y tendría que ser siempre antes que el efecto de una profesión, el efecto de una vocación, que luego se convierte en profesión y reiteradamente subsiste como vocación aunque la profesión caduque. El hombre debe, puede y necesita jugar. El fútbol lo ha olvidado.”

Sería injusto en una sola columna poder desarrollar todas las afirmaciones que resultan atemporales en el libro de Panzeri, cosa que seguramente retomaré en futuras publicaciones, pero me parece que este es un lindo comienzo para conocer la obra de este periodista distinto y con el que me unen coincidencias y como debe ser para alguien que fomenta en los seres humanos el pensamiento crítico también diferencias. La pregunta recurrente que me hago a cada paso de mi vida es ¿por qué? los seres humanos teniendo conocimiento de lo que se gestaba y se sigue gestando a futuro con sus consecuencias fueron, somos y ¿seremos? Incapaces de detenerlo.


“Todo corrobora que en el interior de los tiempos modernos fervorosamente alabados, se estaba gestando un monstruo de 3 cabezas: El racionalismo, el materialismo y el individualismo. Y esa criatura que con orgullo hemos ayudado a engendrar ha comenzado a devorarse a sí misma”

Ernesto Sábato


Bibliografía: Fútbol: Dinámica de lo impensado/Dante Panzeri/Ed. Paidós 1967


Diego H. Fernández






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