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diegofer70

Místicamente hablando de fútbol.


El término mística hace referencia a un adjetivo relacionado con la mística. La palabra mística por su parte proviene del verbo myein del griego que significa encerrar. Y, más específicamente, de la palabra mystikós que significa misterioso o arcano.

Lo místico se refiere a un estado donde el alma humana se une a lo divino en el plano terrenal. Este estado de unión es muy propio en religiones ya sean monoteístas, politeístas y no teístas. Como ejemplo podemos mencionar el cristianismo o judaísmo, el hinduismo y el budismo. Se alcanza ese estado al llegar a un nivel muy alto de sabiduría y perfección. Debido a los requisitos necesarios para alcanzar el estado místico, se lo relaciona con la santidad. En la religión cristiana la santidad suele acompañarse de milagros, que son sucesos físicos sobrenaturales. La palabra místico como adjetivo también suele referirse a obras literarias que relatan experiencias de este tipo.

El estado místico se propone acercar lo divino al hombre en la realidad habitual. Algunas religiones lo ven como una gratificación y una forma de esperanza. Esto más que nada cuando se compara una realidad llena de La injusticias. Existe también un misticismo al que se denomina pagano. Estos son característicos de religiones antiguas, anteriores a las dominantes. Estas religiones recibieron el calificativo de paganas debido a sus prácticas rituales o mágicas. Este tipo de religiones eran en su mayoría politeístas o animistas.

Ahora bien que tiene que ver todo esto con el fútbol, pues mucho. Como ya les he hablado en otros escritos el fútbol es un deporte lleno de incertidumbre donde no se puede predecir con exactitud qué es lo que va a suceder más allá de todos los datos que nos dan las estadísticas. Yo explicaba que según los matemáticos el juego del fútbol no era ni azaroso ni determinista por lo tanto se clasificaba dentro de los fenómenos estocásticos que son los que tienen esas características. Pero es muy clásico en la jerga futbolera escuchar en algún momento este equipo tiene mística copera, a este otro equipo es difícil ganarle porque tiene mística o también por qué no hablar sobre un deportista diciendo que tiene una mística ganadora. La palabra mística tiene su lugar en el inconsciente colectivo del hincha, periodistas, directores técnicos y jugadores. Es muy común que en una arenga se escuche la frase hay que seguir ganando para generar una mística o hay que seguir alimentando nuestra mística. Alguna vez se preguntaron ¿por qué algunos deportistas son ganadores natos y otros con el mismo talento no? Tal vez no y la verdad que lo más seguro es que si sucedió hallamos tomado el camino más seguro el de pensar que unos son más ganadores que otros por su vocación al entrenamiento, por su esfuerzo y por su mentalidad de hierro en determinados momentos claves de su carrera como por ejemplo las finales, y sin duda que sería una respuesta convincente. Pero que hacemos una vez que lo visible lo tangible y lo que nosotros pensando convergentemente creemos como respuesta correcta se nos derrumba por situaciones que no encuadran en esa respuesta. Esto sucede mucho en el fútbol. Equipos que necesitan tener una racha ganadora imposible ya sea para salir campeon o salvarse del descenso (Platense en los años 80 o Huracán en los 90). Partidos en los que un equipo tiene en contra una ventaja irremontable no en lo numérico sino por el tiempo que queda por jugar y sin embargo en dos minutos pasan de estar ganando a ir perdiendo. Claro también podemos decir que esto sucede porque al ver jugadores de jerarquía tranquilamente puede pasar, sin embargo generalmente cuando suceden estas cosas la jerarquía individual (muy importante por cierto) no juega un papel preponderante sino más bien es lo lúdico y la incertidumbre lo que entra en acción. Pelotas que llueven al área en busca de un milagro místico que sucede completando la escena la cara de los sufrientes mirando al cielo como buscando una explicación que no encuentran.

“Un día en una eliminatoria en un momento del juego en el Bernabéu se empezó a sentir una energía diferente, algo que nos envolvía, como si hubiera dentro del campo algo más que 22 jugadores…” Así relataba su experiencia un ex jugador español, en una definición de champions, jugando de visitante ante el Real Madrid lo que le sucedió en un momento en que la serie estaba casi definida a su favor. Y acá entra otra palabra y sensación que se produce cuando uno juega contra determinados equipos o jugadores que según el rumor tienen mística ganadora más allá de su jerarquía individual, colectiva y poder económico. La sugestión. Esta juega un papel determinante en la mente del protagonista, sus pensamientos son los que determinaran cuan gigante es mi adversario y que tan David soy yo. Por eso es muy común que un equipo llamado chico cuando juega contra los denominados grandes tenga desde el primer momento muchas chances de perder porque no solo los protagonistas creen en esa mística valiosa de la historia sino también sus hinchas. La ley de atracción cumple su papel principal. Hace unos días Manchester City estaba escasos minutos de pasar a la final de la Champions League en el mismísimo Bernabéu ya que llevaba dos goles de ventaja para que le igualaran la serie e ir al alargue. En ese momento el comentarista de la transmisión televisiva dijo que entrabamos en el momento milagroso del Madrid. Algo totalmente cierto porque el Real en las ultimas series había pasado inexplicablemente si lo miramos desde un punto solamente futbolístico. Pero eso que dijo el periodista no solo lo pensó él sino que lo pensaron los jugadores e hinchas del Real, los jugadores e hinchas del City y todas las personas que estábamos en el mundo mirando el partido. No hay dudas de que todos lo pensamos y tanto lo sentimos que toda esa energía llevo al Real en escasos dos minutos primero al empate y luego a la diferencia que lo llevaba al alargue para después en el mismo pasar de fase y dejar afuera al también favorito City. Cuanto porcentaje de mística y cuánto porcentaje de fútbol confluyeron para que esto suceda es muy difícil de saber pero si quedo claro, aún para el más escéptico de los futboleros, de que en efecto hubo un porcentaje que no fue solo fútbol. Por eso también en nuestro mundo redondo pululan los muchachos esotéricos y las cábalas más zonzas, porque a esas cosas misteriosas que suceden es mejor tratarlas (típico de los seres humanos y su patología controladora) de tener bajo control.

Un pasaje de la Biblia que viene al caso, ya que estamos hablando de lo místico, dice que: “lo que es maravilloso para ti no lo indagues y lo que está más allá de tus fuerzas no lo investigues” pero debo agregar como buen buscador de respuestas que soy, por eso debe ser que no me llevo del todo bien con las religiones, lo que sostiene Kierkegaard “tener fe es el coraje de sostener la duda” y más allá de creencias religiosas tengo grandes reservas con la gente que no duda ya que no se si son soberbios sabelotodo o simplemente cómodos que no quieren darse cuenta de nada. Entonces podríamos decir que hay que sostener la duda pero buscando incansablemente una respuesta para después dudar de está buscando otra y también acostumbrarnos a vivir con la incertidumbre que nos propone el juego y la vida. Acá también podríamos hacer entrar en el juego al físico Albert Einstein y su teoría de la física cuántica con su famosa frase “Dios no juega a los dados” y en el fútbol ¿lo hace? Un tema recurrente y que pone como siempre la disyuntiva entre la causalidad y la casualidad. Por eso “Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría es tiempo de hacer una pausa y reflexionar “decía Mark Twain, y yo debo decir que hago pausas bastantes veces en la vida, cosa que les recomiendo.

Las brujas no existen pero que las hay, las hay afirmaba una tía mía cada vez que sucedía algo inexplicable, ella no era amante del fútbol y mejor que así fuera porque se hubiera cansado de repetir esa frase.

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