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diegofer70

Morir de a poco


Bronca, angustia, impotencia, dolor, frustración y resignación. No puedo no escribir esta columna con un nudo en el estómago, y como debe ser con todos esos sentimientos emocionales que me atraviesan, escribo desde las vísceras como todos los escritores lo deben hacer porque como bien argumentaba el maestro Sábato el escritor debe ser un testigo insobornable de su tiempo, con coraje para decir la verdad y levantarse contra todo oficialismo que enceguecido por sus intereses pierde de vista la sacralidad de la persona humana. Dicho esto pienso en mis hijos y su pasión por ir a la cancha y su amor por los colores que aman, uno ya mayor, una adolescente y un pequeño de 8 años que empieza a pedir ir con ellos porque como todas las pasiones ya le ha sido transmitida por sus hermanos. Pienso en ellos y me pregunto ¿Quién los cuida? ¿Por qué ir a un espectáculo deportivo se convierte en un peligro? ¿Quién nos cuida? ¿de quién es la culpa? ¿Quién es el responsable? Los gobernantes, las fuerzas de seguridad, los dirigentes, los hinchas. En ese orden todos somos responsables. Los que tienen la obligación de gobernar lo hacen mal, los que tienen la obligación de custodiar la paz social en un espectáculo deportivo lo hacen mal, los dirigentes que tienen que controlar la seguridad de sus socios e hinchas lo hacen mal, los hinchas que quieren acceder aun si tener entrada a la cancha contribuyen, los hinchas que se abrazan al folclore de la tradición por encima de lo que debe ser para tener más seguridad colaboran (dentro de esto se encuentra el primitivo pensamiento de que en tal cancha o en tal otra tenemos más chances de ganar cuando hace poco la pandemia nos demostró que los equipos en cualquier cancha y también vacía perdían y ganaban de la misma manera que antes) los otros que piden sacarse fotos con los barras más caracterizados del club como si fueran personajes calificados de la cultura o el deporte indignan, los vivos o mejor dicho los que se creen vivos, que en este país sobran, vendiendo entradas adulteradas alimentan la hoguera, los medios de comunicación con el mensaje del ganar es lo único importante y el fútbol lo es todo alimentan el inconsciente colectivo y el caos es total. Decir esto no da para más en este país es como poner un helado al sol y esperar que se mantenga firme, porque acá todo pasa y mientras tanto la gente sufre y sobrevive, mientras los responsables de todo también siguen pero ni sufriendo ni sobreviviendo.

Esta columna iba a ser sobre otra cosa, pero acá siempre pasa algo que te cambia los planes, entonces que les voy a hablar de la importancia del juego, de las metodologías, de los sistemas o del liderazgo. Nos están matando de a poco y no nos damos cuenta. “El pez nunca descubre que vive en el agua de hecho, porque vive inmerso en ella, su vida transcurre sin advertir su existencia de igual forma, cuando una conducta es normalizada por un ambiente cultural dominante, se vuelve invisible” cito a Foucault porque en cada línea de su frase nos representa como sociedad, en el mismo lodo todos revolcados vamos como ganado naturalizando todo. Y yo me pregunto ¿hasta cuándo? Con un país con problemas en economía, seguridad, educación y donde casi nada funciona bien donde todos los días las personas se levantan con la esperanza renovada de que ya todo va a cambiar, como odio la palabra esperanza, la esperanza es el combustible de los responsables de que las cosas mejoren y se hagan bien porque se alimentan de la esperanza de la gente para seguir haciendo las cosas mal y para beneficio personal, a ellos los principales responsables bienestar y a la gente esperanza, que se conformen con eso. Estoy cansado de tener esperanza. Es momento de tener realidad y que esa realidad, que es una interpretación distinta para cada ser humano, sea de bienestar.

Hace ya muchos años la tragedia de Cromañón nos golpeaba terriblemente como sociedad y por arriba del hombro muchos decían que queres con los rockeros estos, que se puede esperar. Esa tragedia donde murieron 194 personas y por la cual hubo responsables y culpables (muchos desde el sector político todavía siguen ejerciendo cargos públicos) no nos enseñó nada o mejor dicho de ella no se ha aprendido nada. No hay capacidad intelectual para hacerlo, tal vez, para incorporar experiencias o peor aún por omisión a favor de intereses personales. Me podría extender en el escrito y desarrollar un montón de situaciones que nos suceden día a día y cuando hablo de que nos suceden no caigo en el facilismo de que las personas piensan según lo que leen o ven en los medios, ese pensamiento coméntenselo a las personas que fueron a la cancha de Gimnasia o la semana pasada a Isidro Casanova que vivieron en carne propia lo que nos interpela a todos, la negligencia y mediocridad a la que estamos expuestos todos los días. Lo que nos sucede es el reflejo de la decadencia socio-cultural en la que estamos inmersos. De una sociedad con un tumor que le crece en cada accionar un poco más en esta sociedad de la que todos somos parte o creemos que cuando hablamos de sociedad queda afuera alguien porque tiene un cargo en el estado, en un club de fútbol, viste un traje de policía o tiene un micrófono o cámara delante. Para finalizar quiero decirles a los que nos tienen que dar garantías de bienestar social que yo no quiero esperanzas quiero hechos y que desde el lugar que me toque voy a alzar mi bandera por pequeña que sea para que no nos sigan matando de a poco.

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