Perder es parte de la competencia, el temor más inmanejable de los hinchas y en el fútbol de la actualidad puede llegar a ser el detonante de una serie de sucesos que van desde perder el trabajo (un cuerpo técnico), agravios generalizados representados por insultos en su máxima expresión y hasta los más repudiables hechos de violencia a los que lamentablemente el fútbol domestico nos tiene acostumbrados. Podemos decir que el dolor más grande al que se puede enfrentar un grupo de jugadores, una institución y sus hinchas es por estos lares al temible descenso, la perdida de categoría, esa que se toma como una muerte súbita y llega a hacer cometer actos de locura a todos los que atrapados en la pasión de un color toman esta situación como el fin del mundo deportivo de la institución. Claro que esto para nada es así, clubes de los más grandes han pasado por la situación del descenso y sin embargo nada cambio, porque en definitiva uno es hincha de una institución y está enamorado hasta los huesos de sus colores esos que seguirán siendo los mismos juegue en la divisional que juegue. O acaso por descender el recuerdo junto a tu abuelo o a tu padre llegando a la cancha, gritando un gol o cortando papelitos se borra, por supuesto que no, la adversidad tiene que hacer que el sentimiento se agrande, así debe ser.
¿Pero todas las derrotas duelen por igual? ¿Es lo mismo perder vendiendo cara la derrota? ¿Duele menos irse al descenso dejando hasta la última gota de sudor en el campo de juego? Hace unos días Patronato de Paraná perdió la categoría y el dolor es muy grande para todos los que representan a la institución, jugadores, cuerpo técnico, auxiliares, dirigentes e hinchas y esto lo digo porque me ha tocado vivir como jugador esta situación y vaya si es dolorosa. Y me gusta escribir desde la experiencia esa que no te la conto nadie sino que la viviste. Pero este descenso doloroso deja una enseñanza y un ejemplo: La importancia de las formas. Las redes sociales están llenas de mensajes de aliento y agradecimiento. Pero como si el club se fue al descenso, si efectivamente esta institución descendió pero la gente entendió que las formas con las que el equipo se manejó, los representó y les dio hasta el último aliento la esperanza de la salvación. Esto es metafóricamente hablando como esa película que te mantuvo durante todo su recorrido emocionado hasta las lágrimas, imaginando finales, disfrutando la actuación de los actores en sus respectivos personajes pero que cuando llega el final, la verdad te deja una sensación de esas que vos no querías tener, porque no era el final que vos esperabas, uno esperaba otra cosa no que el protagonista principal se fuera o muriera, pero más allá de eso fue una buena película, disfrutaste toda su proyección, bueno acá obviamente nadie pero nadie muere, el final solo es un resultado deportivo, nada más que eso. Y este accionar colectivo de la gente es una luz en el medio de tanta oscuridad para el fútbol del drama y la tragedia del resultado, acá se valoran las formas y a mucha honra. Con orgullo el hincha dice me fui al descenso pero peleando hasta el final y dejando todo y más. Por eso no subestimemos a la gente, no subestimemos al hincha con el resultadismo a ultranza. Las formas y los modos importan y mucho, ni se gana como sea ni se pierde como sea, por el contrario se quiere ganar y hasta perder pero de una manera que nos deje el sabor dulce y no amargo aun en la derrota. Pero vaya que contradicción para mí que siento dolor por el descenso de una institución que me cobijo como jugador primero y como asistente técnico después, pero a la vez mucha satisfacción con la respuesta de sus hinchas ante esta situación. Porque yo quiero esto para mi fútbol, yo quiero esto para el fútbol de mi país quiero que se valore el juego, que se valore la propuesta y que si nos toca perder sea porque ese día la pelota no quiso entrar o porque el rival nos superó, ya que el fútbol no sabe de merecimientos, esta lucha de imprevistos que nos llena de incertidumbre es la que hace de este juego algo inigualable, pero esos imprevistos muchas veces quedan a merced de la propuesta de los equipos y si yo arriesgo téngase por seguro que voy a tener más posibilidades de que la incertidumbre me haga un guiño ahora si yo soy un amarrete futbolístico puede ser que hasta la imprevisibilidad se enoje y me pegue un par de cachetadas para que me despabile.
Las crónicas deportivas dirán que tal equipo ha descendido, la estadística pasado los años marcaran el año que fue, la cantidad de goles que recibió y los puntos que sumo y no le alcanzaron para mantenerse, sin embargo lo que no aparecerá en ningún lado es la ejemplar actuación de los hinchas que aun atravesando el dolor de perder la categoría dieron muestras de apoyo para un plantel y cuerpo técnico que los represento a través de sus formas valorando el juego y sus intenciones. Esto que es un oasis en el medio del desierto sería muy bueno replicarlo y que llegue como un mensaje a todos los que se dejan llevar por el ganar o morir y tantos otros mensajes nocivos para el deporte y la sociedad. Abracémonos a las formas y a los modos tanto en la victoria como en la derrota porque tanto de un lado como del otro nos dejaran con la plena satisfacción del deber cumplido. Porque señoras y señores tengan la absoluta certeza que no es ganar por ganar ni perder por perder.
Comments