Lo tenes bien merecido te dice al pasar alguien que observa tu realidad. Lo tenes bien merecido si te paso algo malo te dice alguien como marcándote el karma que tuviste por no haber hecho algo en algún momento incorrecto. Lo tenes muy merecido te dice alguien cuando llegaste al lugar en tu trabajo o en tu estudio o en una adquisición material por el que tanto luchaste. Hasta aquí todas situaciones cotidianas en la vida de cualquier persona. Pero bien, que sucede con aquellos que a pesar de su esfuerzo reciben esa condenada frase que dice “vos te lo mereces” “ya se te va a dar” “seguí así” pero el premio no llega. El que abandona no tiene premio reza la frase de la canción de los Redonditos de ricota que se hizo bandera. La paciencia muchas veces es más importante que la inteligencia escribía el genial Hermann Hesse.
En la vida como en el fútbol la gratificación no se muestra en merecimientos sino en hechos. Un equipo puede merecer durante todo el partido la victoria ya sea por situaciones de gol a favor o por una superioridad visible y cuantitativa en la tenencia del balón frente al adversario pero eso no se traduce en puntos por el contrario muchas veces lo único que logra es generar angustia y frustración en los protagonistas que mirando al cielo lanzan la frase “que más hay que hacer para ganar” (existen y seguirán existiendo miles de partidos como ejemplos) . Sin embargo el merecerlo en el fútbol a la larga tiene premio porque el que generalmente “merece” es el que propone y el que propone siempre tendrá inexorablemente la posibilidad latente de tener éxito. Uno no puede andar por la vida con temor a enamorarse porque esa relación puede acabar en un tiempo futuro como en el fútbol no se puede no proponer por el miedo a perder.
Nadie llega donde no ha caminado dice un proverbio chino por eso más vale tratar de transitar el camino del merecimiento que el de la desidia o la quietud de salir a ver qué pasa. Nosotros observamos fecha a fecha en todas las ligas del mundo que muchos equipos, con todo su derecho, no proponen, ya sea por su condición de visitante por su menor jerarquía individual o por la filosofía de su entrenador. No proponer o traducido en arriesgar menos no garantizara un final exitoso, como dijimos antes proponer siempre tiene una ventaja como en una pelea se dice que el que golpea primero golpea dos veces, aunque acá debemos ser coherentes y decir que tal vez ese que no propone tiene la bendición de ganar sin merecerlo y así cumplir la profecía de “la condena del merecimiento” al que propone.
El fútbol y la vida no logran despegarse, el juego refleja en cada equipo la historia de la institución, las formas y convicciones del entrenador (ante el juego y la vida también ya que nada es casualidad sino causalidad) y la rebeldía de los protagonistas, esa que se ha ido perdiendo al igual que en la adolescencia cuando en silencio un chico le robaba para dar una vuelta el auto a su padre los jugadores mostraban su desparpajo haciendo oídos sordos a las indicaciones de su entrenador si el panorama que enfrentaban le presentaba a su criterio una posibilidad importante para lastimar al rival. A esto yo lo llamo “La inmunidad de rebaño a la rebeldía” donde hay un pensamiento crítico inexistente y un bienestar que produce el adoctrinamiento donde se prioriza el lugar de confort del “yo solo hago lo que me piden para que voy a complicarme” ante el voy a patear el tablero para ver que gano.
En mi caso como entrenador planifico una metodología de trabajo, diagramo tácticas y estrategias para ganar el juego pero desde el banco mi único deseo es que mis jugadores logren hacer algo totalmente distinto y en esa valiente aventura tengan éxito. Debido esto no hay nada más importante que el mensaje que se les baja a los jugadores ese que comienza desde la primera charla, de ahí en más todo lo que hagamos será un mensaje encubierto totalmente directo a la mente y las emociones de los jugadores. La metodología del trabajo el armado de nuestro equipo y los cambios que realicemos en el mismo, todo pero todo es una carta de presentación hacia lo que yo quiero mostrar y si realmente quiero merecer (proponer) o no.
Esta claro que en estos tiempos que la urgencia del resultado se hace insostenible es muy tentador el no proponer, así y todo todavía quedan algunos quijotes que desafían las consecuencias del arriesgar teniendo la firme convicción de que el que no arriesga no gana y si no gana además de escuchar la condena del merecimiento también dormirá con la conciencia tranquila de no dejar de lado los ideales de la victoria por miedo a la derrota.
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